Las habilidades sociales, emocionales y cognitivas en la edad escolar están muy influenciadas por la actitud de los padres y su grupo de pares. El niño sabe ahora que además de tener a sus padres, forma parte de un grupo social y comienza a ser importante para él el ser considerado igual a los otros dentro del grupo.
Es importante distinguir entre disfemia evolutiva (3-5 años) y disfemia permanente (que empieza a los 3 y se cronifica). Sobre la tartamudez evolutiva ya he hablado en otra entrada del blog:"¿qué hacer si mi hijo tartamudea?", en este momento hablaré sobre el segundo caso de disfemia, cuando el problema de tartamudez ya es evidente.
El niño que tartamudea a menudo se enfrenta con una no-inclusión dentro del grupo de pares, siendo el blanco de burlas y bromas. Ante esta dificultad social el niño siente la necesidad de ocultar sus bloqueos desarrollando una serie de actitudes para poder lograrlo. El niño se siente avergonzado y diferente por sus disfluencias.
Estos niños necesitan ayuda. Es importante que le hables al niño en privado y le expliques que eres su maestro y que su disfluencia no te molesta, que quieres que hable para saber cómo se siente, qué piensa y qué cosas le interesan. Si le hablas de esta forma él sabrá que su maestro lo entiende y acepta su disfluencia. Es muy importante para el alumno en esta etapa, sentirse aceptado, comprendido y contenido por su maestro. Esta relación sincera y amorosa marcará notablemente su futuro. Los adultos que tartamudean, en su mayoría coinciden en marcar lo difícil y traumático que ha sido su paso por la escuela, sobre todo por la incomprensión de sus maestros y las burlas de sus compañeros.
Como docentes, deben estar muy atentos, ya que los niños con disfluencias generalmente no suelen contar a los adultos las burlas a que sus pares los someten diariamente en algunos casos, porque temen la venganza del niño reprendido.
Se podría tomar como una oportunidad para hablar con los alumnos, sobre el respeto y la comprensión que hay que observar sobre las “Diferencias individuales”. Se pueden proponer actividades de investigación de diferentes trastornos, y entre ellas, la tartamudez o leer cuentos con moraleja ("Pedro, el niño tartamudo").
Algunos consejos para el
docente:
- Saber escuchar al alumno sin darle prisa.
- Darle tiempo para hablar, para que pueda expresar cómodamente su mensaje.
- No interrumpirlo cuando habla ni dejar que él interrumpa a los demás. Respetar
los turnos para hablar.
- Formularle preguntas una a una y sólo las necesarias.
- Modificar su propio lenguaje para no acelerar y evitar ritmos
vertiginosos en el aula.
- Hablarle con frases cortas y con un lenguaje fácil, es decir, adecuado
para su edad.
- No decirle: “para, vuelve a empezar”, “no te apures”, “habla despacio”.
Este tipo de correcciones aumentan la tensión.
- Utilizar, simultáneamente la comunicación no verbal: acariciarlo,
mirarlo, tocarlo, aceptarle juegos no verbales.
- La disfluencia puede pasar inadvertida en la escuela porque el alumno no fluente,
no habla o habla poco.
- No hacerles repetir cuando ha
"tartamudeado".
- Evitar burlas, riñas y castigos por su habla.
- Crear un clima de seguridad y comprensión en
torno al niño/a.
- Evitar que el niño/a tome conciencia de su
habla.
- Hacerles
repetir poesías con ritmo junto con otros niños/as.
- No realizar observaciones o correcciones en el
habla.
- No interrumpir su mensaje. No completar lo que
dice o terminarle la frase.
- Escucharlo relajadamente sin crítica ni
juicio.
- Destacar los aspectos valiosos de su
personalidad frente a los demás compañeros.
- Estimularle para que participe en discusiones
y tareas grupales. Propicia la cooperación.
- No evaluar constantemente su comportamiento
verbal. No demostrarle que estamos pendiente de sus bloqueos.
- No obligarle a actuar en las fiestas
escolares, pero sí estimularle a que lo haga. Hacerle ver que él también puede
participar como todos sus compañeros. Esto aumenta mucho su autoestima.
Preguntarle si quiere participar.
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