martes, 21 de mayo de 2013

"TIENE 2 AÑOS Y NO HABLA"


Es frecuente que muchos padres me hagan este comentario... "TIENE 2 AÑOS Y TODAVÍA NO HABLA... ES MUY VAGO PARA HABLAR". Hoy me he encontrado con esta estupenda entrevista a Marc Monfort  (prestigioso logopeda), publicada en el blog de Crecilando. Espero que resuelva muchas dudas sobre el inicio tardío del lenguaje y cómo actuar ante él.

ENTREVISTA A MARC MONFORT SOBRE PROBLEMAS DE LENGUAJE EN LOS NIÑOS:
¿En qué momento unos padres pueden preocuparse por el lenguaje de su hijo?
Todos los niños no empiezan a hablar al mismo tiempo ni desarrollan el lenguaje expresivo a la misma velocidad. Por eso, en los niños más pequeños (hasta los 2 años), el nivel expresivo no es un buen indicador de dificultades. Sin embargo existen una serie de conductas previas que sí deben aparecer de manera precoz y que son condiciones necesarias, aunque no suficientes, para el desarrollo del lenguaje : por ejemplo conductas comunicativas no verbales como señalar o la comprensión de palabras sin ayuda del contexto (que el niño nos entregue un objeto entre varios al nombrarlo, sin ayuda de gestos). En este sentido se pueden empezar a identificar sospechas de trastornos que afectan a la comunicación y a la comprensión del lenguaje entre los 18 y los 24 meses.

¿Qué pasos debe seguir la familia?
Cuando una familia está preocupada por el lenguaje de su hijo el primer paso debe ser descartar la existencia de alguna causa orgánica (por ejemplo la falta de audición) que provoque ese retraso. Una vez descartada esa posibilidad debe buscar un profesional experto en el lenguaje, normalmente un logopeda, que pueda evaluar de manera específica el nivel del niño. Esa evaluación requiere observación del niño pero también a partir de cierta edad se puede completar con la aplicación de alguna prueba objetiva (test).

¿Qué son los trastornos de lenguaje?
Existe un grupo de niños que, sin presentar evidencias de dificultades físicas ni de retraso intelectual, tiene un desarrollo del lenguaje alterado. Estos niños pueden presentar perfiles distintos en función de los aspectos del lenguaje afectados (fonológicos, gramaticales, semánticos…) y del nivel de gravedad de dichas dificultades.
Esos retrasos o alteraciones se deben a las variaciones de capacidad innata que están presentes en muchos aspectos del desarrollo : no todo el mundo empieza a andar a la misma edad, no todos el mundo tiene habilidad para el dibujo o para cantar ; ocurre lo mismo con la capacidad del cerebro en adquirir el lenguaje ; lo que ocurre es que el lenguaje es una función socialmente mucho más importante, de allí la mayor preocupación por este tipo de problemas.
En los primeros años resulta complicado diferenciar entre retraso y trastorno y en ocasiones solamente será la evolución del niño la que determinará si pertenece a un grupo o al otro. A diferencia del retraso que tendría un pronóstico de “normalidad social del lenguaje”, el trastorno del lenguaje es un cuadro con consecuencias duraderas en los aprendizajes y las relaciones sociales. De todas formas esto no debe en ningún caso retrasar la intervención.

¿Cuáles son las orientaciones escolares en estos casos?
En principio los niños con Trastornos del Lenguaje requieren de un planteamiento educativo como lo pueden requerir las personas con sordera: son niños que, en general, se benefician de contextos ordinarios de escolaridad (colegios “normales”) con los apoyos y adaptaciones necesarias: apoyo de profesionales (A.L: Audición y Lenguaje y P.T: Pedagogía Terapéutica) y adaptaciones metodológicas (más ayudas visuales, exámenes tipo test etc…).

Oímos muchas veces frases como “no se preocupe que ya hablará ” o “el niño no habla porque es muy vago, como los padres se lo dan todo el niño no se esfuerza en hablar” ¿Qué hay de cierto en estas afirmaciones?
Existe la idea generalizada de que los niños que no hablan son vagos, sin embargo nadie se atrevería a decir que los niños que hablan pronto es porque se han esforzado mucho. En realidad un niño que no habla es porque todavía no ha llegado el momento o porque no puede. El hecho de facilitar la comunicación con nuestro hijo (respondiendo a lo que dice aunque no sea correcto, acompañando el lenguaje con gestos …) es una estrategia que, lejos de perjudicar, favorece al desarrollo del lenguaje. De hecho es lo que hace cualquier madre o padre con un bebé que empieza a hablar entre los 18 y los 24 meses y lo hace evidentemente de forma muy imperfecta : hace todo el esfuerzo para entenderlo y eso nunca ha retrasado a nadie. Si el niño cuando quiere decir algo (/aaeo/ cuando quiere un caramelo) lo que consigue es que su madre ponga cara de preocupación y se lo haga repetir tres veces es posible que deje de intentarlo. Sin embargo si el niño dice lo mismo y su madre le entiende y le da el caramelo aumenta la probabilidad de que ese niño vuelva a decirlo dándonos más oportunidades para estimular y mejorar.
Hay que abandonar esa idea de que debemos “forzar” un niño a hablar : además de no ser posible, es una actitud que puede alterar nuestra relación con él.
Ayudar a un niño que se enfrenta con mayores dificultades de las normales consiste en situarnos a su nivel, ajustarnos a su ritmo y aumentar la calidad y la cantidad de nuestra estimulación pero siempre al servicio de una comunicación placentera y útil.


Podéis acceder directamente a la entrevista y al Blog de Creciclando en el siguiente enlace:

No hay comentarios:

Publicar un comentario